Tras la caída del Muro de Berlín, a principios de los años 90, el mundo occidental empezó a investigar varias tecnologías rusas para evaluar su aplicabilidad en el plano industrial. Estas tecnologías provenían de la investigación rusa en el campo espacial y militar. Entre los tratamientos superficiales para los metales, adquirieron cierto interés los tratamientos electrolíticos denominados Plasma Electrolytic Oxidation PEO, también llamados Micro-Arc Oxidation MAO, que permitían crear una capa de óxido extremadamente dura y compacta sobre aluminio, magnesio y titanio, mediante el uso de corriente generada en presencia de alta tensión.
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